jueves, 18 de septiembre de 2008

Soy irracional

Este fin de semana ha sido uno de esos para no repetir, -pero que tristemente se repetirá-: ha fallecido una de esas personas a la cual no veía hace tiempo, -por distintos motivos la vida nos aleja-, pero a la que quería por muchos recuerdos y pequeños momentos vividos.
Cuando fui a abrazar a su viuda vacilé unos segundos si mirar o no la imagen del fallecido. Decidí no hacerlo, he preferido quedarme con aquellos momentos y aquellas imágenes vividas años atrás. Esos momentos en los que almorzábamos todos los sábados. Una hora semanal en la que compartíamos bromas, viejas historias, -que casi siempre eran las mismas-, “consejos de padre”, -que nunca llegaron de otros labios-, y demás tonterías que merece la pena no olvidar.

Dado que la vida, -que estemos usted y yo aquí comunicándonos-, es poco más que una ‘carambola’, parece lógico pensar, después de todo, que lo único racional de la vida es su desenlace: la muerte.
Pero la muerte nunca es racional, al igual que usted y yo tampoco lo somos,
-afortunadamente-. Y no lo somos porque hay algo en nuestro interior del tamaño de un puño que es el causante de regar todo nuestro cuerpo de sentimientos. Los responsables de mantenernos vivos. Así que, eso de que el hombre es un animal racional no me lo creo. Por lo menos a mí nadie me ha enseñado a superar un desamor, a enfrentarme a la muerte de un familiar. No se nos enseña a estar y a desaparecer. No me parece justo. No estoy de acuerdo. Jamás lo estaré.

P. D: Si ustedes son seres racionales les compadezco.

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