lunes, 9 de marzo de 2009

Si bebes, no hables

Me ha pasado varias veces ya. Lo de cambiar cervezas por historias. La verdad sea dicha siempre he acabado borracho, hablando más de la cuenta y con unas cuantas historias que no me pertenecen. Después de tanta borrachera he tomado varias decisiones: la primera y más importante abstenerme en todos los sentidos, -me estoy quitando-; la segunda no contar más historias por que al fin y al cabo las historias son algo muy personal y como nunca he sabido contarlas bien; y como nunca se interpreta lo que uno quiere, casi nunca suelen tener un final feliz, -aunque en realidad las mías rara vez lo tienen-. Y la tercera no quedarme nunca más con ninguna historia que no me pertenezca, vamos, salir corriendo cuando aún esté a tiempo.
Sería patético si no fuera tan triste. Cuando tienes cierta capacidad para juntar “cuatro palabras”, que suenen bien, la gente se acerca a ti pensando que te conoce un poco. Sin embargo, cuando les dices: “¿Quieres conocerme de verdad? Pues hazme un hueco en el resto de tu vida para poder explicarte lo que soy”, entonces, la gente se acongoja, -suena menos grosero que acojona-, y sale por pies. Se acabaron sus ganas por conocerte. Se acabaron las cervezas y las historias. Somos así, no hay paciencia para tanta historia ni riñón que lo aguante. Así que ya saben si beben no hablen. Y si lo hacen allá cada cual con su resaca.
Besos y abrazos sinceros que unen más que las palabras y te producen menos dolores de cabeza.

miércoles, 4 de marzo de 2009

Stanby


Ruido, movimiento, estrés, desenfreno, enfado. El mundo va demasiado deprisa como para asimilar todo lo que nos rodea. Me abstraigo en una de las múltiples calles de la ciudad. Intento observar todo lo que me rodea para comprender mejor lo que ocurre a mi alrededor. Me abrigo con la soledad, de la que abuso cuando me siento mal o simplemente cuando necesito reflexionar. De ella dicen que es un estado que se elige. Elegido o no el problema viene cuando no se puede salir de ahí. Entras en él buscando inspiración, reflexión o sosiego y cuando te vienes a dar cuenta la soledad forma parte de tu vida y no sabes como sacarla. Muchos artistas se han encontrado con este problema a lo largo de su existencia. Unos han podido salir; otros ni siquiera lo han intentado al encontrarse tan cómodos en este estado, “Estaba tan terriblemente sola que me difuminé” (María Dolores Andreo).
La necesidad de echar al exterior todo aquello que no interesa en nuestro interior, todo aquello que nos absorbe demasiado tiempo, todo aquello que nos aplasta, hace que desconectemos. La necesidad de vaciar nuestros bolsillos, que hemos ido llenando con los años, hace que de vez en cuando todo nos importe muy poco. Al fin y al cabo no somos más que meros vehículos de sentimientos que van y vienen a través de nuestro corazón. Y la mente no es más que un colador que filtra nuestros pensamientos.
Si pudiera explicar con una imagen lo que es para mí la soledad sin duda alguna elegiría está fotografía disparada por Antonio Morales en las calles de Glasgow. La soledad es un estado de abstracción en el que todo se detiene en tu interior o en el que todo a tu alrededor fluye mucho más deprisa de lo que lo hace normalmente. En esta nueva dimensión todo se mira con una nueva perspectiva y quizá por ello este sea el mejor estado para reflexionar, pensar, descansar y cómo no, crear.
Quedarse quieto en un espacio desconocido, buscando estar sólo, abstraído de todo lo que te rodea, para intentar comprender la idiosincrasia del lugar no es algo fácil de comprender para los demás y mucho menos de explicar; sin embargo, esta fotografía refleja este sentimiento que me embargó.
En fin, estaba tan solo en aquel lugar y en aquel momento que todo lo que me rodeaba acabó por difuminarse.